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Imágenes en el tiempo: un siglo de fotografía en la Alhambra 1840-1940
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Fotógrafo/s: Varios
Autor/es texto: Javier Piñar, Marie-Loup Sougez, Gerardo Kurtz, Otros
Precio: 36,00 € / 47,06 $
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Detalles
Fecha Edición: 2003
Lugar Edición: Madrid
Idioma: Español
Páginas: 205 p.
Ilustraciones: B/N
Encuadernación: Rústica
Dimensiones: 25 cm.
Comentarios:
Catálogo de una muestra que propone un recorrido por el patrimonio fotográfico conservado sobre la Alhambra. Al tratar una centuria, da cuenta tanto de los planteamientos estéticos como de las evoluciones técnicas que se daban en la recién nacida fotografía. El invento del calotipo hizo posible la anhelada reproductibilidad de la imagen fotográfica y esto trajo consigo su popularización en masa. Nacía así una industria que era capaz de mostrar cualquier rincón del mundo de forma fidedigna sin la necesidad de recurrir a grabados, dibujos o a litografías a partir de daguerrotipos. En estos años numerosos fotógrafos europeos, británicos y franceses en su mayoría, recalaron en ese límite entre Oriente y Occidente que bajo su reduccionismo romántico suponía la ciudad de Granada. Generalmente estos autores se preocupaban básicamente por cubrir la demanda de las primeras empresas editoriales a mostrando imágenes de una Alhambra exótica, costumbrista, sin ningún rigor historicista o antropológico. Fueron ellos los que adoctrinaron a los fotógrafos locales que a partir de la década de los sesenta les fueron tomando el relevo. De los foráneos los más representados son Clifford y Laurent. Del primero podemos ver calotipos e imágenes al colodión de estancias de la Alhambra, unas con una sola persona para mostrarnos la escala y otras de grupos de gitanos que llenan el espacio y resultan pintoresquistas. Las fotos de grupo de Laurent también tienen algo del tópico folclorista, pero menos que otros autores contemporáneos. De ambos hay imágenes del conjunto visual que supone la Alhambra y el Sacromonte, que evitando todo carácter orientalista son abrumadores por su gran poder evocador.
También encontramos calotipos de otros extranjeros como Tennyson, de Clerq o Masson en cuyas tomas se produce una simplificación gráfica del monumento para hacerlo fácilmente reconocible y así exportable. Esto sucede sobre todo desde que se generaliza el comercio de tarjetas postales, museos fotográficos, y otros medios de difusión editorial. Entre los españoles destacan las fotos de Garzón, ya en negativo al gelatinobromuro. La mayoría son detalles que se convierten en exóticos bodegones por el virtuoso uso de la luz, o las de Camino, cuyas tomas son abstracciones vegetales de los jardines. Todo este patrimonio documental sirvió para realizar una valoración y posterior restauración del edificio, que desde 1850 fue sometido a remodelaciones sin mucho rigor plenas de un aire orientalizante en exceso, hasta 1930, en que se ocupa de las obras Torres Balbás. El fotógrafo Torres Molina desde 1920 hizo un trabajo exhaustivo de las obras, que queda patente en la muestra. El conocimiento y la difusión del monumento nazarí atrajo hacia sí todo tipo de acontecimientos políticos, sociales y culturales cuyos protagonistas eran retratados en este histórico fondo. García Ayola y Torres Molina plasmaron en sus placas secas a ilustres como Falla, Lorca o Ángel Barrios en amistosos retratos.
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